“…No
iban muy cargados, ya que Wang-Fô amaba la imagen de las cosas y
no las cosas en sí mismas, y ningún objeto del mundo le
parecía digno de ser adquirido a no ser pinceles, tarros de laca
y rollos de seda o de papel de arroz.”
Tomado
del Cuento de Cómo se salvó Wang-Fô
(Marguerite Yourcenar – 1938 incluido en la obra “Cuentos Orientales”)
(Marguerite Yourcenar – 1938 incluido en la obra “Cuentos Orientales”)
Al soñar todos compartimos un mismo círculo, nos llenamos con la misma materia onírica: La libertad.
Colores, formas, situaciones, voces y hasta olores, pueden ser recreados en nuestros mundos intangibles, perfectos; para despertar la infinita gama de sentimientos posibles, únicos, ocultos en nuestro subconsciente, pero sólo aquellos con la dosis precisa de sensibilidad, pueden transformar esos mundos en arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario